Revista Cero

La apuesta por el diseño con acento local de Javiera Cuevas y Manuel Méndez

Descifrando la voz del norte en primera persona

Entrevista: Entrevistador Jaime Ramírez. Entrevistados Javiera Cuevas y Manuel Méndez. Reseña Javiera Cuevas y Manuel Méndez son diseñadores de la Universidad Diego Portales que desde Caldera promueven iniciativas para el rescate patrimonial y la promoción de la cultura del norte de Chile. Archivo Javiera Cuevas y Manuel Méndez. Edición Celinda Tapia.

Fotografías: Eduardo Muñoz, Manuel Méndez y Javiera Cuevas.

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La historia de Javiera Cuevas y Manuel Méndez está marcada por el cruce territorial. Ella es de Santiago, él de Copiapó y ambos son diseñadores de la Universidad Diego Portales, sin embargo se conocieron mientras cursaban el diplomado de ilustración en la Universidad de Chile, donde iniciaron un camino conjunto que los llevó a viajar, estableciéndose en Caldera y dando vida desde ahí, a distintas iniciativas vinculadas al diseño editorial, la ilustración y las publicaciones, las cuales se articulan en un eje común: el rescate patrimonial del acervo cultural que posee el norte de Chile a través del diseño.

La observación permanente de los territorios locales, es una característica que une a esta dupla creativa desde sus inicios profesionales. Javiera como autora del proyecto Voces del Viento, que nace desde su actividad de titulación y luego se materializa gracias a un Fondart el año 2020, explorando la transmisión oral en el Cajón del Maipo —como patrimonio intangible— a través de ilustraciones y xilografía. Manuel, por su parte, creó el proyecto Norte Olvido, también en su etapa de titulación, desarrollando una novela gráfica en torno a la Revolución de 1859, vivida en Copiapó durante el gobierno del presidente Manuel Montt, la cual se materializó en una publicación financiada por Fondos de Cultura bajo el sello Satán Editores. 

Por ello no es de extrañar que la química se diera naturalmente entre ambos, y actualmente están en plena ejecución de una nueva publicación denominada Voces de Atacama. A continuación, presentamos su mirada en torno a la creación autoral en diseño desde el norte de Chile, lugar que hoy los acoge como su hogar y donde apuestan diariamente por hacer diseño.

 

¿Cómo surge la idea de la publicación Norte Olvido? 

M—  Nació ante la idea de querer hacer algo por mi territorio, soy de Copiapó y siempre hemos tenido una especie de invisibilidad —Javiera observa que la gente de Copiapó se siente muy abandonada en varios sentidos—. Investigando llegué a la Revolución constituyente, un hecho que no se conoce lo suficiente, fue algo que sucedió en 1859 aproximadamente. Entonces intenté buscar una solución a través de la ilustración y una novela gráfica para que la gente se acercara. A raíz de eso me gané un Fondart y pudimos hacer el libro completo. 

¿Y cómo fue su recepción?

M— Fue un proyecto muy bien recibido, le gustó mucho a la gente y me han entrevistado varias veces gracias a él. Sacamos quinientas copias y se acabaron, a los niños les gustó bastante porque pudieron ver dibujados lugares que ellos conocen. No es el típico cómic patriota, que siempre habla de lo mismo. Por ejemplo el personaje que más resalta en la Revolución constituyente es Pedro León Gallo. En el cómic está pero no es el personaje principal, se procura mirar todo desde una perspectiva más crítica y también a partir de la mirada de un joven que se ve involucrado en la revolución. El proyecto intenta acercarse más a los jóvenes y a los niños para dar a conocer lo que le antecede a la gente que vive acá, porque es su propia historia. 

¿Y en qué proyectos están trabajando actualmente?

 J y M— Ahora estamos con Voces de Atacama, es un proyecto más completo que Voces del viento porque también es un Fondart pero más grande. Gracias a él pudimos investigar y viajar. Además, ahora tenemos un equipo más conformado, trabajamos con un fotógrafo y Tania, que es la gestora cultural, nos hizo el recorrido y nos ayudó a establecer contactos por toda la región. Gracias a eso pudimos involucrarnos más con la zona.

 

«Todo esto de Patrimonio del barrio comenzó porque en Santiago apareció un diario con un ranking de las peores ciudades para vivir, y Copiapó estaba en el tercer lugar; también estaba dentro de las primeras tres en los peores lugares para visitar. A raíz de esto comenzó Copayapu Ilustrado —una plataforma de difusión de las artes gráficas en Atacama— que busca principalmente resignificar el territorio, desde el barrio hasta el paisaje». Manuel Méndez

 

¿Cómo ha sido la experiencia de vivir el Norte en primera persona?

 J y M—  Estamos logrando algo que queríamos desde un inicio, que es involucrarnos con la gente, entrevistarla y conocerla. Siento que este proyecto nos ha servido bastante para empaparnos del lugar, así se notará que es algo que está hecho en el mismo territorio. También hemos estado trabajando en otras cosas relacionadas con la región. La librería Tierra Oculta —ubicada en Copiapó— nos ha solicitado varias portadas de libros y labores de diseño. Trabajar con ilustraciones para un libro de una poeta colla, por ejemplo, nos ha ayudado a conocer más sobre la cultura de los pueblos originarios. 

¿Y qué temas abordarán en Voces de Atacama? 

 J y M—  Intentamos abarcar la tradición oral del norte, centro y sur de la región, la idea es hacer el libro y a raíz de eso realizar exposiciones, talleres y una página web donde se pueda acceder al libro fácilmente. Fuimos a Pueblo Hundido —que es Diego de Almagro— y estuvimos también en Copiapó, Huasco, Inca de Oro, San Félix, Pinte, Tierra Amarilla, Pan de Azúcar, Caldera. Obviamente no abarcamos absolutamente toda la región, nos hubiera encantado, pero logramos su gran mayoría. 

¿Y qué formatos explora esta nueva publicación?

 J y M— La mayor parte del libro será ilustrada y estará nuevamente hecho en grabado, que en este caso será linóleo, no en madera, porque el material ha estado escaso. Haremos xilografías y vamos a trabajar con Satán Editores, una editorial independiente que nace acá en Atacama. Trabajamos con dos escritores de la zona: María Luisa Córdoba y Gabriel Ocaranza; habrán dos tipos de textos, unos narrativos y otros en décimas. Será entre libro ilustrado y álbum, porque las décimas no las mezclaremos con la ilustración.

En términos más disciplinares, ¿cómo ven ustedes la escena del diseño en el norte o el tema cultural asociado a la visualidad? 

 J— Por lo menos desde mi perspectiva, como alguien que viene de Santiago, lo encuentro genial, porque hay mucha cultura y gente intentando dar a conocer sus propias raíces. Además el norte es una zona muy habitada por personas que vienen a trabajar, pasajera, en cierta forma, es decir, no se involucran mucho con la zona y al mismo tiempo, hay otras personas interesadas en cambiar eso. El año pasado estuvimos trabajando en unos talleres como invitados, donde se hacían afiches y dibujos, era algo para todo público.

 M— Esto fue realizado por Patrimonio del barrio —fundación que busca promover iniciativas de rescate y puesta en valor del patrimonio cultural de la Región de Atacama— y ahí también conocimos a algunos diseñadores gráficos de la Universidad Santo Tomás. Había mucha motivación en torno a la idea de mover la información y desinteresadamente, en el sentido de que fue un proyecto sin fines de lucro. De hecho, ahora nos invitaron a realizar talleres para niños en verano. El año pasado lo hicimos de buena voluntad, porque ellos estaban buscando gente, nos contactaron y dijimos que sí de inmediato, pero ahora se ganaron un proyecto para hacerlo de una manera mucho más elaborada, se nota que de a poco esto está tomando más fuerza. La Universidad Santo Tomás lleva alrededor de doce años impartiendo la carrera de Diseño, entonces recién está comenzando a tomar conocimiento de la zona. 

¿Hay más personas en el ámbito de la visualidad desarrollando iniciativas actualmente?

 M— Hay artistas que recién se están abriendo a este mundo, porque acá funciona muy de nicho, no se propaga tanto el trabajo por medio de RRSS, por ejemplo. Esto también se logra por medio de ferias de ilustración o exposiciones. La gente no está muy acostumbrada y por eso mismo le llama la atención. Nuestro trabajo les atrae mucho, a veces creen que son cosas que sacamos de internet. 

 J— Lo otro que a mí me parece interesante, es que por medio del trabajo que realiza Manu, la gente se conmueve al ver su territorio ilustrado, ver la zona norte en ese tipo de formatos es algo nuevo. 

 M— Yo creo que estos años he ido en ascenso, siento que mi proyecto junto con el de otros ha ido tomando fuerza, la gente se está motivando a hacer cosas, a hacer talleres, para que se conozca más de cerca la ilustración, el diseño e incluso que sean parte de actividades culturales. 

¿Los talleres que han participado han sido para todo público? 

 J y M— El de Patrimonio del barrio fue para todo público, desde quince años más o menos hasta gente más grande. Fueron dos talleres, uno de afiches y otro una especie de ejercicio de dibujo. Ahora los del verano están enfocados a niños y adolescentes. Este año no nos hemos animado a realizar talleres, pero yo creo que los próximos vamos a empezar, porque ahora tenemos muchas cosas que hacer. De hecho, hace poco me cotizaron para postular en un proyecto de talleres para adultos mayores. Esto es para el próximo año y se trata de otro público; tendré que adaptarme, ya que es otra manera de enseñar.

Y en términos más comerciales, ¿hay oficinas, agencias o mercado de diseño? 

 J y M— Hay pocos diseñadores que tengan muchos proyectos y por lo mismo ellos están saturados de trabajo. Pero sí hay bastantes en Copiapó, ya que ahí se mueven más al ritmo de la ciudad. Hay mucho que hacer e incluso faltan manos. También hay varios lugares que han tenido una iniciativa de tener diseño en sus cosas, como por ejemplo restaurantes y emprendimientos, debido a que hay muchos en la zona, optan por agregarle una marca distintiva a su proyecto. Nos ha llegado trabajo, por eso mismo, de logos y también gracias a la gente con la que hemos trabajado, hemos visto como lo audiovisual se ha ido aprovechando. Sí hay movimiento y creo que ahora más, hay mucha gente como yo, que era de la zona y se fue a estudiar a la ciudad y ahora vuelven trayendo todo lo que aprendieron. Se están haciendo películas también, nuestra amiga que está en el proyecto de Voces de Atacama, está gestionando los fondos para una. 

¿Desde dónde creen que se podría aportar para trabajar en torno a la descentralización del diseño o qué cosas se podrían potenciar? 

 J— Por ejemplo, lo que están haciendo con este proyecto Revista Cero sirve mucho, al final es difundir el trabajo de las personas. 

 M—  También creando lazos, invitar a gente de acá a eventos en Santiago o viceversa. Lo de Patrimonio del barrio busca justamente eso, están haciendo Copayapu Ilustrado, que es algo que mezcla ilustración y diseño. En esos talleres también participaremos; sacaron un libro hace poco, una compilación con obras de la región. Este es el tercer año que realizan el proyecto. Hace unos años fue invitado un artista colombiano, ilustrador y diseñador, y ahí realizó un workshop intensivo de una semana; también participaron varios diseñadores de la región. Yo creo que deberían seguir haciendo estos mismos eventos y también seguir invitando a gente de afuera, para que hagan charlas y así presenten nuevas técnicas o workshop; de esa manera enseñan a cómo mostrar el trabajo que se realiza. Así, se van generando redes de contacto.

 J—  Otra cosa importante, es que el trabajo lo están realizando personas que no son de la zona, pero que al mismo tiempo igual puede ser algo que haga la gente de acá, ya que es una manera de mostrar algo de lo cual no se tiene total conocimiento. Mucha gente tiende a comparar el Norte con el Sur y considero que esa no es una buena perspectiva, ya que no es una competencia; acá hay mucho que conocer, al igual que hay mucho que conocer en otros lugares, el paisaje siempre es importante. La idea es mostrar un territorio por medio de las diferentes áreas del arte, para que la gente se interese en él, busquen los lugares y realicen cosas en esos lugares. 

 M—  Es más, todo esto de Patrimonio del barrio comenzó porque en Santiago apareció un diario con un ranking de las peores ciudades para vivir, y Copiapó estaba en el tercer lugar; también estaba dentro de las primeras tres en los peores lugares para visitar. A raíz de esto comenzó Copayapu Ilustrado —una plataforma de difusión de las artes gráficas en Atacama— que busca principalmente resignificar el territorio, desde el barrio hasta el paisaje. A nosotros nos parece muy raro que la gente juzgue el lugar, porque ese lugar está compuesto de un paisaje, de naturaleza y personas. Es muy extraño decir que ese tipo de cosas son feas, es doloroso, en cierta medida, porque se toma como un insulto. Uno siente que la gente desprecia tus raíces. 

¿Existe una oportunidad para reforzar el arraigo y el valor que hay en el territorio? 

 M—  Siento que desde ese punto se han iniciado casi todos los proyectos en los que he trabajado con la región. Pero no queremos exponer una postura regionalista, solo queremos mostrar donde vivimos; es un instinto natural. 

 ¿Cómo se ha vivido desde la región todo lo político que ha sucedido este último tiempo? 

 J—  El 18 de octubre del 2019 estábamos en Santiago, pero en Copiapó fue todo igual de fuerte; de hecho, durante el plebiscito fue uno de los lugares donde sacaron mayor cantidad de Apruebo, el 95% más o menos. No es solo una cosa de dignificar nuestro territorio, sino que también de defenderlo. 

¿Observan en el diseño una herramienta política, social y cultural? 

 M—  Es una gran herramienta, y no solo desde el diseño gráfico, sino que también desde el estratégico y de todos los ámbitos, incluso el diseño industrial. Acá se recicla bastante, hay muchos emprendimientos en torno a eso. 

¿Están en algún proyecto actualmente?

 J y M— Por ahora estamos solo con Voces de Atacama y con trabajos que hemos tomado cada uno. Con Tierra Culta llevamos dos libros diseñados y hasta ahora dos portadas más, se ha ido haciendo una colección, entonces estamos participando frecuentemente ahí.

 

«Desde mi perspectiva, como alguien que viene de Santiago lo encuentro genial, porque hay mucha cultura y gente intentando dar a conocer sus propias raíces. Además el norte es una zona muy habitada por personas que vienen a trabajar, pasajera, en cierta forma, es decir, no se involucran mucho con la zona y al mismo tiempo, hay otras personas interesadas en cambiar eso». Javiera Cuevas

 

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