Revista Trama

Estudio Bouroullec


Entrevista desde París a Ronan Bouroullec. Nacido en Quimper, una localidad al interior de Francia, el diseñador graduado de la École nationale supérieure des Arts Décoratifs de París, es socio junto a su hermano de una de las más versátiles y reconocidas oficinas de diseño a nivel mundial: el Estudio Bouroullec. Explorando todo tipo de materiales crean propuestas objetuales y de mobiliario para lugares tan disímiles como la cocina, el escritorio o el living, abarcando incluso hasta la ciudad y los espacios públicos. 


Entrevista: Jaime Ramírez

Traducción e interrpretación: Jessica Meza

Fotografías: Estudio Bouroullec

Conversamos con el mayor de la dupla, Ronan Bouroullec (1971) uno de los hermanos tras la reconocida marca de diseño que firma con su apellido y que ha llevado el diseño de muebles y objetos francés a alcanzar reconocimiento mundial en los últimos años. Un relato íntimo e inspirador que a momentos trasciende al diseño, narrado en primera persona por su protagonista.

Para comenzar nos gustaría saber, ¿cómo visualiza el mundo después de la pandemia que estamos viviendo?

Me gusta decir de una manera un poco provocadora, que me gustan las crisis. Porque son un momento donde uno puede confrontarse a un análisis de lo que está pasando, tratar de entender lo que no está bien y buscar nuevas soluciones. La obligación y la necesidad de cambiar para encontrar alternativas.

¿Y desde el diseño cómo lo visualiza?

Uno de los temas que me preocupa en Diseño es la repetición. Esto de tener un estilo y aplicarlo siempre igual; y una manera de evitar volverse experto y volver a repetir lo mismo siempre, es enfrentándose cada vez a nuevos problemas.

En su colección de muebles GRID para Established & Sons vuelve al problema de los espacios de trabajo, ¿qué desafíos observa en este ámbito después de la era Covid-19?

Para mí el trabajo ha sido un lugar de reflexión mucho más abierto que el mundo doméstico. Pasamos tanto tiempo en el trabajo que no entiendo porqué su entorno y atmósfera es tan triste, porqué existe esta división que sitúa al espacio doméstico como algo atmosférico, sensual, suave y protector; mientras el espacio de trabajo es sintético, duro y sin ninguna suavidad.

¿Desde ahí cómo imagina el cambio?

Estar en el lugar de trabajo será más bien en torno a una idea de reunión para estar juntos e intercambiar ideas. También creo que los lugares de trabajo fijos serán menos necesarios, ese lugar estará en la casa y será más flexible que en las empresas. Traerá muchas preguntas respecto a qué significa trabajar en la casa y cómo hacerlo correctamente.

¿Y cómo ha vivido su trabajo en diseño durante estos 20 años de carrera?

Desde muy joven supe que quería ser diseñador y lo que me gustó de esta disciplina es la reproducción de la idea correcta, como cuando un buen medicamento es replicado. Si un objeto está bien pensado, no hay razón para que no se reproduzca. Me gusta mucho este lado democrático de algo bien pensado, y si es posible compartido ampliamente.

En ese sentido, ¿cree que sus diseños son ampliamente compartidos?

Después de 20 años en el negocio –y por varias razones– al final del día siento un cierto estado de fracaso, porque para que los objetos se produzcan de manera aceptable, con los editores adecuados, los materiales apropiados, con trabajadores debidamente remunerados y en condiciones sanitarias aceptables, necesariamente se tienen que producir objetos caros.

¿Y no todos pueden adquirirlos?

Es en ese sentido que considero que mi carrera ha sido un fracaso, porque no he logrado producir o proponer cosas que se compartan y sean más amplias. Por eso me interesa la cuestión de la ciudad. Estas propuestas tienen un costo para su fabricación, que a menudo es pagado por las ciudades o por mecenas, pero que después son gratuitas, en el sentido de que todo el mundo puede disfrutarlas. Son objetos y espacios compartidos, y eso es algo importante para mí en mi trabajo.

Precisamente su proyecto “Belvédère” nos recuerda la importancia de integrar el objeto de diseño al paisaje urbano, ¿cómo surge la idea de este mirador instalado en Rennes?

Había un tema que me parecía cada vez más insistente: el de las ciudades y su desarrollo. Lo que me parecía un desarrollo rápido, especialmente organizado en torno a los viajes y los flujos. Pero es el romanticismo de la contemplación lo que entrega calidad a las ciudades antiguas, como la posición de los árboles o la plaza de un pueblo.

¿Y cómo fue la experiencia para ustedes?

Este proyecto fue para la exposición “Rêveries urbaines” (sueños urbanos) exhibido en Champs Libres, en Rennes el 2016 y se acerca al ámbito de la fantasía, porque es más para la contemplación o el encuentro. Porque no es algo indispensable en sí mismo, pero es sorprendente, porque estas cosas fuera de una respuesta pragmática pueden traer alegría y jugar un papel importante en la ciudad.

Actualmente están en pleno montaje de la “Bourse de commerce” (Bolsa de comercio) transformada en un centro de arte contemporáneo, ¿cómo ha sido este proceso?

La Bourse de Commerce es el próximo gran lugar del arte en París, ya que recibirá la colección de François Pinault, que es uno de los más grandes coleccionistas de arte en el mundo, o el más grande que decide hacer pública una parte de su colección.

 

Bourse de Commerce. Fotografía: Estudio Bouroullec © 2020.


Espacio de trabajo “Grid”. Fotografía: Peter Guenzel © 2019.

¿Cómo surgió esta participación?

Pinault visitó nuestra exposición en Rennes y nos preguntó si nos interesaba el desarrollo de la plaza alrededor de la Bolsa. Es un trabajo que comenzó hace varios años y esa fue la primera parte del encargo. Luego se sumaron más y diseñamos todos los objetos del edificio, desde las cortinas hasta unos candelabros monumentales de 15 metros de altura, incluyendo alfombras y sillas. El proyecto arquitectónico está en manos del arquitecto japonés Tadao Ando y nosotros somos los encargados del diseño de los objetos.
¿Y cómo ha sido el trabajo junto a una figura reconocida de la arquitectura como Tadao Ando?
Es un proyecto que personalmente encuentro muy generoso y del que estoy muy orgulloso y emocionado de poder participar. Se nos pidió crear un diálogo con los antiguos edificios del barrio, por tanto estamos diseñando en una situación de fina relación entre el diseño del presente y la arquitectura del pasado.

© Paul Tahon and R. & E. Bouroullec. 2008.

¿Están conformes con los resultados en esta etapa final del montaje?

Siempre es difícil porque creo que somos muy exigentes. Yo nunca estoy satisfecho. Nuestra vida ha sido una mezcla de grandes éxitos y fracasos comerciales. Fracasos que son éxitos para mí de todos modos.

A propósito de éxitos y fracasos, ¿qué aprendizajes rescatan de su trabajo con la marca Vitra?

Es difícil de decir, pero es algo que finalmente nos dio estabilidad y nos ha permitido vivir correctamente, hacer crecer el taller y pagar adecuadamente a nuestros empleados. Una relación de trabajo que comenzó en el 2000.

¿Cómo ha sido esa relación de trabajo con un gigante mundial como es Vitra?

Es interesante porque ellos vinieron a nosotros y querían que pensáramos el mundo de las oficinas. Estábamos un poco sorprendidos porque nunca hemos trabajado para nadie. Nunca he trabajado con más de dos o tres personas a mi cargo.

¿A qué atribuyeron entonces el interés de esta marca suiza por su trabajo?

Comprendí que era una apuesta de Rolf Fehlbaum, el dueño de Vitra, por nuestra ingenuidad y porque entendió que éramos bastante humildes, trabajadores y personas creativas. Y precisamente estaba poniendo sobre la mesa un tema que no era el nuestro, porque él esperaba respuestas que no fueran las habituales, sino nuevas y diferentes. Además en ese entonces éramos más jóvenes de lo que somos hoy.

¿Qué edad tenían en esa época?

Apenas teníamos 30 años y desarrollamos un sistema de escritorios como plataformas de trabajo llamado “Joyn”. Muy común hoy en día, pero que se inventó a principios del 2000, con estas grandes mesas en las que podías conectar el computador. Fue la llegada del computador e internet lo que trajo soluciones de este tipo, y que no existían en ese entonces.

¿Cómo enfrentan hoy el desafío de un diseño más amigable con el medioambiente?

Nosotros crecimos en el campo, con una cultura y aprendizaje ligado a la naturaleza de las cosas, incluyendo el necesario respeto por los materiales. En nuestra casa cuando algo se rompía, había que repararlo y después de un tiempo, cuando ya no estaba en condiciones 
se reemplazaba. Hoy tengo casi 50 años pero tengo esa misma cultura, mi enfoque moral de estos temas viene sin duda del ser ahorrativo, porque usar las cosas con respeto era lo correcto.

¿Cree que ahí radican muchos de los problemas actuales de la sobreproducción que genera el diseño?

Digamos que estos datos, en mi opinión, siguen siendo la base del problema. Tratar de desarrollar propuestas que tengan una larga vida porque están bien construidas, las hace sostenibles. No es un cuestionamiento, es una evidencia. Cuando diseño un proyecto me pregunto cómo se justificará y será dentro de 30 años más. El propósito de mi trabajo es que las cosas que he diseñado pasen de generación en generación dentro de una familia. Creo que la cuestión ecológica es esa, es el tema del consumo: ¿Cuánto estamos comprando y cuáles son las razones de ello?

¿Y cómo observa su rol como diseñador en esa ecuación?

La nuestra es una disciplina de servicio, estamos aquí para servir a la función de la necesidad y tratar de resolver los problemas, y por supuesto somos parte de eso. Sigo pensando que de vez en cuando comprendo mejor ciertos aspectos de los proyectos, aunque con mucha humildad, porque creo que la única manera de practicar esta disciplina correctamente es con humildad.

¿Qué sabe de Latinoamérica hoy?

Una vez me invitaron a Santiago porque había una bienal de diseño y no pude ir. Para mi su continente es un gran misterio. He estado en los Estados Unidos un par de veces pero nunca en Latinoamérica. Sin embargo tuve la suerte de conocer al arquitecto chileno Alejandro Aravena en Sudáfrica. Me agradó mucho en la reunión que sostuvimos y tengo la impresión que hay muchas cosas sucediendo allá.

Finalmente y desde su experiencia, ¿qué consejo podría ofrecer a los jóvenes diseñadores que inician su carrera en este complejo escenario mundial?

Creo que la humildad es lo primero. Tienes que creer en ti mismo, pero la empatía y la humildad deben ser dos elementos principales. No es suficiente ser brillante o creativo. Ser paciente es la dificultad de esta disciplina para mantenerse a flote muchos años. A mi me llevó muchos años sobrevivir, así que intentar vivir con poco sigue siendo algo bueno de ser pacientes. ¡Que sean prudentes y que sigan sus instintos!

Descubre más de su trabajo en:
» instagram.com/ronanbouroullec
» instagram.com/erwanbouroullec
» www.bouroullec.com